Su futuro no pintaba ser muy prometedor pues había nacido en un lugar estigmatizado por la violencia, las drogas y la mala fama. Pero como a veces la vida tiene unos matices poco perceptibles, un evento trágico, cambió la vida de Angel “Gelo” Guevares para siempre.
En su barrio, Capetillo, hay una cancha que antes era habitada por deambulantes y adictos, y un día fue escenario de un asesinato. Tras este suceso, una líder comunitaria decidió llamar al comentarista deportivo Elliot Castro y le pidió que le ayudara a transformar ese espacio.
Elliot comenzó a utilizar su conocido nombre en el mundo de las comunicaciones y varios de sus contactos, para conseguir los materiales necesarios y convertir la cancha en el punto de encuentro de los niños y jóvenes una vez salieran de la escuela.
Para completar los arreglos del espacio, se hizo un grupo de voluntarios de Capetillo. Limpiaron y pintaron la cancha, buscaron que le arreglaran las luces, pintaron con sus propias manos los tableros de los canastos y habilitaron el espacio para hacer los torneos deportivos que aún se dan en la comunidad.
Entre ese grupo estaba Gelo, quien tendría unos 12 años aproximadamente cuando comenzó a trabajar para su comunidad. Tenía entre sus manos un gran tesoro: el huerto de Capetillo.
Cuando Elliot Castro se enteró del proyecto no dudó en ir a verlo y, de inmediato, ese espacio cautivó su corazón. “Que en el mismo centro de la ciudad haya un huerto como este, es increíble”, dijo Elliot Castro con más emoción de las que las palabras pueden describir.
Con el tiempo, Gelo se convirtió en maestro de Estudios Sociales. Un buen día, la Universidad de Puerto Rico (que ha ayudado en la creación del huerto), lo llamó para informarle que el coordinador del huerto en dicha institución universitaria había renunciado y que él podía competir por ese puesto. Fue en ese momento cuando este joven tomó una decisión importante: Dejar el aula para cultivar su tierra.
Mis estudiantes me decían, mister se cansó de nosotros y por eso se va… Y yo les decía, no, es que mi gente me necesita. Yo voy a trabajar por los míos” recuerda un tímido y muy humilde joven que hoy no solo es el coordinador del “Huerto, Vivero y Bosque Urbano de Capetillo” sino que también es el líder comunitario más querido y respetado por los niños de su comunidad.
En su gestión como coordinador, Gelo ha cosechado muchos éxitos. El logro más reciente fue un reconocimiento que la EPA les otorgó en Nueva York por la creación del huerto. Ese reconocimiento abrió las puertas para que Gelo y Capetillo sonaran en diferentes estados de la nación norteamericana que ahora han querido establecer relaciones con el huerto de Capetillo para poner en marcha proyectos similares en sus respectivas tierras.
Y aunque ha recibido muchísimos reconocimientos de este tipo, a Gelo el más que le llena es el amor que los niños y jóvenes de su barrio le tienen a ese espacio. “Ellos vienen aquí y trabajan el huerto…También venden los frutos porque saben que con eso se pueden pagar las vacaciones que nosotros mismos preparamos. Esto es de ellos”, puntualizó el líder de Capetillo.
Nunca pensé que sería líder comunitario, nunca soñé que llegaría tan lejos como he llegado”, afirmó Gelo.
Y es que este joven es un líder de corazón, de esos que deja el alma y la piel por aquello que cree por su gente. Su motivación más grande es saber que muchas generaciones pasarán por ese huerto y aprenderán a amar y cultivar su tierra.