El llamado de un maestro al servir y enseñar a una sociedad, transforma en todos los aspectos la vida de aquellos con los que se cruzan. La maestra de español de la Escuela Superior Josefa C. del Río Guerrero en Morovis, María Rosario Suárez, transforma la vida de sus estudiantes desde dos perspectivas.
Su mano amiga comienza en el salón de clases decorado con varias estampas de las novelas literarias más importantes, como La Charca, La Carreta, Doña Bárbara y Don Quijote. Enseña la necesidad del lenguaje, desde su historia hasta el ejercicio más práctico para evidenciar su importancia. Se encarga de sembrar en los corazones de todos sus estudiantes el amor por la escritura creativa, y por todo aquel medio expresivo que les permita demostrar su interés en el arte de la palabra.
Pero además de cumplir con su vocación como maestra, Rosario Suárez comenzó a dirigir junto a sus estudiantes, el proyecto sin fines de lucro, Quien soy deja huella. Un movimiento que comenzó en el aula de clases y en la actualidad se ha expandido a las comunidades limítrofes de la escuela superior. Con risas expresó “siento una satisfacción tan y tan grande, el poder poner mi granito de arena para construir un mundo mejor con acciones y no con palabras”. Asimismo añadió que “el proyecto y la experiencia de hacerlo con los nenes nos llenan como personas”. Además de ser la presidenta del movimiento cuenta con la colaboración de varios colegas maestros y familiares.

María Rosario Suárez (en el centro con gorra amarilla) posó con algunas estudiantes en una actividad de Quien soy deja huella.
El proyecto surgió por una presentación en la cual una maestra de Nueva York honró a sus estudiantes días antes de que se graduaran del colegio, entregándoles a cada uno una cinta de color azul con letras impresas en tonos dorados que leían “quien soy deja huella”. Rosario Suárez decidió hacer la misma dinámica con sus alumnos de undécimo y duodécimo grado.
Estos, entusiasmados, entendieron que debían hacer algo más, algo con que ayudar a la comunidad puertorriqueña. Se dedicaron a recolectar artículos de primera necesidad, ropa, zapatos, alimentos no perecederos, entre otros materiales. Llegaron a varios sectores en Vega Baja, Manatí y Orocovis y también han colaborado con otras entidades sin fines de lucro, como Vida en el Semáforo. Muy emocionada, Rosario Suárez, comentó: “yo me siento sumamente orgullosa de ellos, yo aprendo de ellos. Realmente es de admirar, hay mucho que aprender de los jóvenes”.
Con pasión por las palabras y evidente interés por sus estudiantes, Rosario Suárez impactó, y continúa impactando, las vidas de personas dentro y fuera de su salón de clases. Muestra que al actuar de manera intencional se puede crear una ola de acciones positivas que comienza con uno, pero no se sabe dónde pueda parar. Los jóvenes con los que esta maestra trabaja diariamente formaron parte de esa ola cuando decidieron crear Quien soy deja huella. Una cinta azul con letras doradas no logra esto por sí sola, pero cuando es impulsada por una persona dedicada, que cree en los demás, te puede inspirar a transformar a Puerto Rico.