“Siempre he sido muy activa en el área de ser líder y servicios de labor comunitario”, expresó Sarely García Lebrón, quien al llegar a la universidad creó una fundación con el fin de ayudar a niños, envejecientes y familias de escaso recursos en todo el país.
Desde sus años en la escuela superior la joven, que ahora tiene 21 años, buscaba maneras de ayudar a la comunidad y dejar su huella. Junto a un grupo de amistades llegó a formar parte de Health Occupation Students of America, una organización que se dedica a ayudar a estudiantes a desarrollar ciertas cualidades y suplir las necesidades de la comunidad que busca atención médica. Una vez se graduaron y llegaron a la Universidad de Puerto Rico Recinto de Humacao entendieron que era importante continuar trabajando para el pueblo, más específicamente para las comunidades más ignoradas. Fue así como surgió Fundación Manitas de Esperanza. En un mes ya tenían la fundación inscrita, camisas hechas y una actividad pautada.
A punto de cumplir tres años, el proyecto tiene una directiva liderada por García Lebrón cuyo trabajo es asegurar que todo corra a perfección, tienen que pautar actividades, recaudar fondos, escoger los centros que visitarán, entre otras cosas. Para seleccionar las diferentes comunidades que impactarán hacen una búsqueda de aquellas que tienen menos recursos y por ende más necesidad. De esta forma aseguran que sus esfuerzos van dirigidos a personas que le sacaran el mayor provecho a su ayuda. A través de donaciones, ventas y actividades recaudan los fondos sin los cuales sería imposible continuar con su trabajo.

En sus visitas al Hospital Oncológica HIMA San Pablo pintan con los menores.
Dependiendo del hogar, centro u hospital que visiten se decide el tipo de actividad que llevarán a cabo. En ocasiones han tenido un día de spa con un grupo de chicas, pasarelas para que se diviertan, manualidades con pintura y muchas otras sorpresas más. Junto a las actividades llevan donaciones de alimentos, materiales escolares o cualquier otro artículo que haga falta en el lugar que visitan.
Para poder lograr el impacto que tienen sobre las distintas comunidades necesitan a más personas que los ocho en la junta de directiva. Cuentan con más de 300 voluntarios y socios que ayudan para que cada acto de amor se haga de la mejor manera. Incluso, hacen alianzas con distintas entidades y compañías para que los individuos que formen parte de las actividades obtengan la atención y el servicio que merecen.
La satisfacción de cada uno de los integrantes al ver las cartas que los padres envían es inmensa. Entre lágrimas, la estudiante de microbiología comentaba lo increíble que es escuchar a los padres agradecer lo que hacen por sus hijos, por llenar su día de alegría, por el simple hecho de recordar que están allí y que importan. Explicó también que en el ámbito personal uno cambia. Estar en contacto con personas que a pesar de su circunstancia son agradecidos y están felices “te hace más sensible, ves las cosas diferentes, tienes menos egoísmo, te impacta y te hace cambiar”.
Fundación Manitas de Esperanza tiene el deseo de ayudar, llevando amor, empatía y esperanza a los demás. “Muchas veces pensamos que la pobreza está en otras partes del mundo, pero aquí la ayuda hace mucha falta”, indicó la presidenta. No solamente hay pobreza económica, sino falta de amor, comprensión y atención, todas cosas que a través del proyecto proveen. En demasiadas ocasiones las personas lo que quieren saber es que alguien está pendiente, que los recuerdan, e iniciativas como esta lo hacen constantemente. “Es responsabilidad de nosotros como ciudadanos, como pueblo, hacer algo al respecto”, no todo le toca al gobierno, afirmó García Lebrón.

Una de las estaciones en el día de spa que tuvieron en el Hogar de Niñas en Cupey era de faciales.
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