Rescatar animales, proveerle servicios veterinarios, socializarlos y darlos en adopción es más complejo de lo que uno puede imaginar, pero con mujeres tan dispuestas como Geesa Marzán Hernández y Debra Santaliz hay menos animales en las calles de Puerto Rico y más en hogares amorosos.
La amistad entre ambas mujeres y sus experiencias pasadas con otros albergues y el Humane Society las llevó a comenzar su propia organización en el 2013, Huellitas Caídas del Cielo. En su mayoría, el proyecto consiste en rescatar perros y gatos en peligro, ya sea porque los maltratan, se enfrentan a la eutanasia o los encuentran en las calles. Luego, los reubican con una familia permanente en Puerto Rico o en Estados Unidos.
Una gran preocupación de estas mujeres es la desinformación que hay sobre el proceso extenso de preparar una mascota y darla en adopción y no solo esto, sino la alta cantidad de dinero envuelta. “El proceso es largo y tedioso”, expresó Santaliz. “No todos los animales se dejan rescatar, y los que sí, tienen que pasar por mucho antes de encontrar un hogar”, añadió Marzán Hernández. Lograr obtener la confianza del animal para que se monte en el carro es el primer paso, y a veces, el más peligroso. La mayoría de los perros rescatados los recogen en un expreso en el pueblo de Corozal donde transitan muchos vehículos, haciendo el rescate más complicado, pues tienen que detener el tráfico. Una vez tienen el canino o felino en sus manos lo próximo es darle la atención veterinaria necesaria, ya sean vacunas, esterilización o castración o tratamientos especiales en caso de enfermedades. Finalmente, tienen que buscar un hogar para ellos. Si el animal no es sociable, entonces hay que socializarlo antes de presentarle a su nueva familia.

Rusty fue rescatado en abril 2013 y lleva un poco más de cuatro años en el taller de trabajo de Huellitas. Tiene cinco años de edad y está buscando un hogar amoroso con espacio para correr.
Debido a que no tienen el espacio para tener una alta cantidad de mascotas en sus hogares crearon el sistema de hogares sustitutos. Para poder servir como hogar sustituto primero tienen que asegurar que el animal estará en buenas manos, si es así te llevan la creatura con todos los artículos que puedas necesitar durante su estadía en tu casa. “Muchas personas creen que le vamos a dejar el perro para siempre, pero eso no es así. Nosotras le llevamos el perrito con sus platos, su comida, su collar y cuando encontramos un hogar adecuado lo buscamos”, explicó Marzán Hernández. Incluso, cuando tienen que llevarlos al veterinario o se les acaba la comida ellas se encargan. Hay algunas personas que ofrecen hacer el viaje al veterinario o ir a comprar la comida del animal, pero no es necesario que lo hagan.
Además de rescatar animales de las calles, actualmente están ayudando a restaurar un santuario en Vega Alta. Con más de 300 animales se le estaba haciendo difícil a la dueña mantener el local al día y buscarle un hogar adecuado a las mascotas. Marzán Hernández, Santaliz y hasta una policía de Toa Alta están ayudando a la señora a limpiar y reparar el santuario y ya han ubicado sobre 200 animales en hogares dentro y fuera de Puerto Rico.

Cuando rescataron a Valentino el pelo le arrastraba y no tenía mandibula. Actualmente está disfrutando de su hogar junto a su nueva dueña.
A pesar de que el trabajo es arduo y consume mucho tiempo y esfuerzo las mujeres reconocen que ya es parte de su vida y que han aprendido mucho en el proceso. “Uno aprende a ser muy compasivo, incluyendo hasta el ambiente”, expresó Marzán Hernández. Entre risas, y hasta lágrimas, ambas expresaron la empatía y compasión que han aprendido a sentir por todo tipo de animal, hasta por las “gallinas de palo”. Además han creado consciencia del impacto que tenemos en el ambiente, que se extiende a la mejora o deterioro de distintos hábitats naturales. Marzán Hernández mencionó que “las bolsas plásticas hacen daño a las tortugas marinas porque se las comen pensando que son aguas vivas”. Por otro lado, Santaliz explicó que tuvo que aprender a apreciar las abejas y su importante función y, a pesar de que la aterran, cada vez que hacen un panal cerca de su casa las deja en paz.
“Compartiendo las experiencias y lo que estamos haciendo con los demás a alguien vamos a contagiar”, aseguró Marzán Hernández. Para ellas es importante educar al pueblo para hacer una diferencia. Creen en darle la debida atención al maltrato animal y las consecuencias que puede tener en la sociedad, en incluir cursos de bienestar animal en las escuelas y en enseñar valores básicos sobre el cuidado de cualquier tipo de animal, ya sean mascotas o “salvajes”. “Es bien importante crear compromiso, una sociedad más responsable y más compasiva”, concluyó Marzán.
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