De electricista a director de un centro pediátrico, Ulises Clavell, junto a su equipo de trabajo, logró que “la gente mire pal sur”, creando el primer centro de su tipo en Ponce, Puerto Rico, Gogo Pediatric Institute.
Antes de tener un lugar físico, eran una fundación que comenzó con un grupo de 14 amigos solidarios que se unieron para recaudar fondos y ayudar al hijo de uno de ellos. Luego de batallar contra el cáncer, el menor, a quien cariñosamente llamaban Gogo, falleció, pero querían hacer algo positivo con el dinero que habían recaudado, algo que ayudara a otros pacientes con las mismas necesidades que Gogo, pues en el área sur es complicado recibir la atención médica necesaria para sus tratamientos. Pensando qué servicio podían ofrecer que no compitiera con los demás, decidieron proveer transportación a los pacientes para que pudieran llegar fácilmente a sus citas médicas. Actualmente, dan aproximadamente 150 viajes al año.

En esta área de juego tienen un caballero plasmado en la pred rodeado de fuego y a punto de batallar un dragón.
Ansiosos por hacer algo más por los pacientes oncológicos del área, Clavell se orientó y planificó sus próximos pasos. Fue así como surgió la idea de crear un centro pediátrico multidisciplinario que ofreciera todo tipo de servicios, pues notaron que en demasiadas ocasiones los menores que llevaban a las citas en San Juan no iban directamente a tratar el cáncer, sino otras condiciones causadas por el cáncer. Reunión tras reunión, el director del centro logró conseguir todo el personal y equipo necesario para tener un espacio completamente habilitado y funcional donde tratan sobre 6,000 menores anualmente.
“Se ha ido cumpliendo poco a poco lo que es la misión del centro”, expresó Clavell con emoción, pero ha sido con gran esfuerzo, ya que dependen completamente de fondos y donativos de los ciudadanos y de otras organizaciones. Al meditar sobre su trayectoria los pasados cuatro años Clavell concluyó que más que ser un centro diferente son únicos. “Únicos porque en nuestra región no hay otro centro como este, porque trabajamos como una entidad sin fines de lucro, porque no dejamos ir a ningún paciente por falta de dinero”, explicó.

Rapunzel y su torre están destacadas en el área de resepción de esta sala.
Con compromiso, amor y cariño, cada uno de los empleados ha marcado la vida de sus pacientes y sus familiares. “Lo puedes ver en la felicidad de los padres, la tranquilidad de los niños, que algo estamos haciendo bien, que hay resultados”, afirmó el director con certeza. Hacer las cosas bien, y cada vez mejor, es importante para el centro, por esto hacen todo lo posible para que los niños se sientan cómodos y a gusto con su entorno decorando las paredes con pinturas coloridas, construyendo castillos y dando inspiración.
Por cuatro años han servido a la comunidad con dedicación, y el futuro es aún más prometedor. Añadiendo a los servicios de reumatología, hematología, un banco de sangre, entre otros, próximamente estarán abriendo una sala de emergencias. Con entusiasmo por lo que hacen van por más. Impactando familias, alegrando el día y haciendo propuestas innovadoras están transformando a Puerto Rico y manteniendo vivo el legado del pequeño niño que dio comienzo a todo, su querido Gogo.