Cuando Carmen Feliciano soñó –literalmente- con que tendría su propio negocio, no tenía tiempo ni dinero para emprender esa aventura. En ese momento trabajaba como gerente en una tienda y anhelaba tener más tiempo para compartir con su familia.
Pasaron 5 años desde la noche en la que soñó con su negocio, hasta que un buen día su papá le hizo un regalo inesperado: dinero.
De inmediato, Carmen , recordó su sueño y decidió, con la ayuda de su esposo, Carlos Collazo, y un tío, comenzar a comprar todo el equipo necesario para “montar su negocio”. Fue una compañera de su antiguo trabajo la que le dijo: “Vas a montarlo en un foodtruck”. Y así fue.
Buscando en internet dieron con el vagón que hoy lleva el nombre de “El toque de un buen gusto”. Es un negocio de café, pero no es un café cualquiera. Y es que Carmen no es una barista cualquiera. Su familia es de Adjuntas y desde pequeña su abuela le enseñó a recoger el café que se sembraba en la finca familiar y a distinguir el grano bueno del malo.
Mi familia me enseñó a amar la tierra”, dijo Carmen con una sonrisa contagiosa.
Precisamente por esa relación que tiene con el café y con la tierra, la parte más difícil del negocio fue elegir el grano de café que deseaba utilizar. Finalmente optó por otro producto local: Café Varista. Y con esa harina de café Carmen y Carlos ofrecen a su clientela una variedad de café que realmente deleita cualquier paladar.
Quizás sean la pasión y amor que siente Carmen cuando habla del café, de su tierra y de su familia, los ingredientes clave en la elaboración del café. Su esposo, Carlos, también muestra una gran pasión por lo que hace y además profesa una evidente admiración por su esposa que decidió asumir el riesgo de ir tras su sueño y renunciar a su trabajo. Ella reconoce que soltar lo “seguro” de su empleo no fue fácil, pero afirma que le da más fuerza cuando la gente le demuestra su apoyo.
Carmen y Carlos tienen la firme convicción de que hay un noble propósito detrás del éxito que están cosechando. “Estoy aquí porque realmente lo que quiero hacer, y lo que Dios quiere, es ayudar a nuestro país, ayudarnos como matrimonio, ayudar a la gente … porque una de las bendiciones más grandes que Dios nos da son nuestros frutos y debemos disfrutarlos y valorarlos”, afirmó Carmen.
La barista entiende que el apoyo que “El toque de un buen gusto” ha recibido de los consumidores es un ejemplo claro de que el puertorriqueño sigue teniendo un espíritu solidario y luchador.
Ahora, Carmen disfruta junto a su familia el proceso de preparar todo para emprender cada día una nueva jornada de trabajo y la alegría de sentir que aporta a su país formando parte de la nueva generación de pequeños empresarios.