Cecile Solá y su esposo, Milton Garland llevan sobre sus hombros la responsabilidad de continuar con un legado familiar que además es un emblemático lugar comunitario: El Cine Rossevelt.
Mario Solá Ramíres, padre de Cecile, compró el cine en el 1978 a través de la Corporación “Teatro Solá Inc.”, también de su propiedad. Desde ese entonces, el Cine Rossevelt está en las manos de la familia Solá. Desde su comienzos, el cine fue concebido con la idea de brindar entretenimiento a las familias de la urbanización Rossevelt y áreas cercanas. Y así lo manejaron el señor Solá Ramíres y su esposa hasta que en 1995, ante los problemas de salud que enfrentaba el padre de Cecile, este comienza a enseñarle a su nuero cómo administrar ese espacio que ya se había convertido en un ícono familiar.
Y mientras todo eso ocurría, Cecile se dedicaba a sus estudios en leyes y a la crianza de sus hijos. Sin embargo, luego de la muerte de don Mario Solá y de su decisión de cerrar su oficina como abogada, Cecile Solá decidió unirse a su esposo a tiempo completo a la tarea de administración del cine.
“Nuestro concepto es cine orientado hacia las familias. […] Aquí a veces vemos dos y tres generaciones familiares viendo una película todos juntos un domingo”, afirma Cecile sobre el ofrecimiento que hace el cine Rossevelt a sus fieles clientes.
A pesar de que competir con las grandes cadenas de cines no es tarea fácil, Cecile y Milton han sabido atemperar el cine a las exigencias actuales. “El cine tiene sus años pero encuentran (los clientes) ese toque moderno”, admite Solá a la vez que explica el proceso de reinvención que han realizado en el cine. Como parte de ese proceso, el Cine Rossevelt adquirió nuevas pantallas y equipos de digitalización para la proyección de las películas. Además, ahora celebran el logro de poder estrenar el mismo día que el resto de los cines y la converción de una gran sala en dos, lo que les permite presentar dos películas a la vez.
Manejar un cine como este no es tan sencillo como pudiera parecer a simple vista. Hacer que el Cine Rossevelt funciones es un trabajo arduo y sacrificado al que se suman los 10 empleados que allí laboran. Sin embargo, el mayor motor del Cine es la motivación de Cecile Solá para mantener ese espacio contra viento y marea: “La realidad es que yo pensar que el cine Rossevelt se cierre, desaparezca o que lo venda y otras personas lo conviertan en otra cosa, me pone aprensiva y siento que no continuaría con el legado de mi papá […] Saber que estos empleados son personas que necesitan ese ingreso y que están aquí por tantos años son mi motivación” puntualizó Cecile al tiempo que sentenció que el Cine Rossevelt “es una empresa puertorriqueña que mientras pueda, va a continuar”.
Actualmente, el Cine Rossevelt cuenta con dos salas de reproducción cuyas paredes parecen tener impregnada la emoción de generaciones amantes del séptimo arte.